sábado, 5 de junio de 2010
El inquilino perdido
- ¿Dónde estás? - Me preguntas desde la puerta.
- Buscándome.
En el pasillo interminable de un hotel totalmente... finito. Sé donde está mi habitación, sé que me estás esperando y que estás preocupado por mí. Pero no puedo volver hasta que me encuentre, y no voy a disfrutar de esas cuatro paredes, hasta que no sepa dónde estoy.
Es la ansiedad. Ratones blancos y laberintos. Yo y mi traje negro.
(oigo al Rey Rata "¿y para esto abandonamos Ravenloft? ¿sabes cuántas semanas hemos perdido?)
Y recorro los espacios públicos, y trato de recordar dónde estaba.
¿Qué estaba haciendo yo hace un año?
¿Qué estaba haciendo yo hace dos años?
¿Ha cambiado algo?
Os veo entrando en el ascensor. En la habitación del hotel habrá una fiesta. Ella está, ha traido a sus amigas, hay alcohol y música, hay hierba, está él ¿que más puedo pedir?
El único problema es que yo no estoy, porque no me encuentro. Yo no soy hasta que me encuentre. Es mi trabajo. Es mi labor. Es lo que hago, aunque no sea lo que soy. No puedo absentarme sin más. Tengo que seguir hasta que me encuentre.
Subo en el ascensor. Entro al lugar donde todo es ordenado, enmoquetado, de diseño. Donde no hay ventanas, donde todos vestimos de negro, pero soy el único invitado. ¿Lo soy?
Detrás de la barra de un bar, un tipo de aspecto aburrido, camisa y pantalón negro, calvo como un huevo, me entrega algo suave y brillante.
¿Una corbata?
Es llamativa, naranja y brillante. Muy a la moda. En un estampado similar a un tatuaje tiene escrita una palabra:
Magia
(elegí ser un guerrero porque pensaba que la magia estaba al alcance de cualquiera, que todos somos magos: fui entonces el mago con un solo conjuro, lanzaba los dados y dejaba que la suerte hiciera el resto)
Magia. Me pongo la corbata en el cuello pero aún no me la anudo, y me dirigo al ascensor, y mientras vuelvo a mi habitación recuerdo aquel dibujo del anciano con aquel enorme 9 dibujado en su camiseta, y recuerdo que el 1 que le falta es el Mago, y que poseer la magia es poseer la energía para hacer cualquier cosa cuando se desee, y que el 9 es el ermitaño solitario que porta la luz, la sabiduría para utilizar la magia, y que su sayo es la prudencia.
Llego a nuestra habitación de hotel donde la fiesta ha acabado pero aún queda el humo y la música. Tú me abrazas y escucho la música que me alivia al instante, porque cuando pienso que nada ha cambiado respecto a hace unos años, la canción responde:
Hace un año estabas loco
Hace un año estabas triste
Hace un año estabas intrigado
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5 comentarios:
Me he quedado satisfecho y para acostarme.
Me gusta, me gusta. Por críptico, porque deja mucho campo a la imaginación. Porque tiene el ambiente del relato conseguido. Por ese objeto de poder: una corbata naranja, naranja ni más ni menos, un color que es extravagancia, originalidad, alternativa, verano.
Si vivir no es deambular que venga dios y lo vea.
Hace un tres estaba "como vaca sin cencerro"
Hace dos años estaba acumulando fuerzas
Hace un año estaba esperanzado
Hoy no sé como estoy, como a muchos, me jodieron la capacidad de apreciar el presente en la lobotomía (porque hay un ritual secreto en nuestra sociedad, algo que todos callan, que todos hacen a sus hijos, y es una trepanación justo antes del bautizo, pero yo que no tengo niños, jamás conoceré esta diabólica costumbre aunque algo dentro mía me diga que existe).
Perdón por la disgresión, solo pasaba para felicitarlo y abrazarlo efusivamente.
Suyo afectísimo.
V.
que sólo pasabas? si esta es tu casa!
No me seas, no me seas. La verdad es que me he pasado mucho tiempo encerrado en mis aposentos y hacía mucho que no veía nada del resto de la casa...
Aunque nunca te pongas corbatas llamativas siempre estás haciendo magia.
Y cuando escribes mucho más.
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