Marta y Lucía (y su coprofagia hereditaria)

Ahora sí que lo he leído (pero con desdén), me ha podido la tentación y el sadomasoquismo; conocía la historia de Marta y Lucía, ¡pero es que Marta no estaba unida a Lucía sino a un muñeco de madera! Con astillas. O eso dicen los médicos que observaron en el dilatar de sus pupilas una velocidad comparable a lo inerte y a la inercia at the same time. Los muñecos de madera nunca supieron la historia real, porque si la supieran se quedarían como un palillo, y siendo palillo se arrepentirían mucho de ser astilla, sobre todo porque a nadie le gusta un futuro mondadientes y menos si eso implica aceptar que lo que ve como un ente del mal (por aquello del gemelo diestro y el siniestro), no era en realidad más que otra cosa, ¡otra cosa! cargada de las más puras intenciones hacia aquel mondadientes.

Los cirujanos no supieron- no quisieron- ver todo este...¿cómo llamarlo? Axioma, axioma que, siendo así (y aun actuando en su propia contra) no se molestó en aclarar el asunto, dicen que para que la inutilidad que ya se vio en el mito de la caverna no caiga en un nuevo error de redundancia cíclica. Que se defienda quien tenga de qué (ya ves que donde se creía que habitaba el orgullo florecía ciertamente lluvia, sin más) Así, la física masturbante demuestra que X e Y no mantenían distancias equidistantes, no magnetizaban en el orden repelitivo del polo positivo y positivo (o negativo-negativo, Dios nos libre de los protones y sus manías) sino que Y seguía a X, ¡vaya que si seguía a X, a cada paso que daba seguía a X, si hasta en el último aliento antes de que le hincasen el diente sólo rogaba seguir a X! en una trayectoria orbital lo más cercana posible (a tantito nomás), sólo que la incógnita X (alguna vez resolveré yo esa incógnita, maldita sea) la repelía y repelía sin cesar, acabando esta Y inconclusa por irse al polo Sur magnético (o a la mierda) y trasponiendo en medio toda suerte de metales para evitar un nuevo choque. Y es que los choques resquebrajan el material magnético, más de lo que lo podría hacer un choque cócleo con cualquier imancillo de los chinos, y más aún si la sustancia o material chocante no se parece en absoluto a la curvatura creada por la canción a' (siempre "a prima") en el entorno z en armonía con el ruido de una lavadora rota. (Publicidad: Lea Ramalazo) Porque la física es física. Que se lo digan a Cabano. Lo cual nos lleva a una suerte de incongruencias en torno a la madera...¿qué pasaría si Pinocho dijese "me va a crecer la nariz"? Si a Pinocho no le crece la nariz cuando dice "me va a crecer la nariz" es una mentira, y por tanto, si miente, debería crecerle la nariz. Pero si entonces le crece la nariz, habrá dicho originariamente la verdad, y por tanto, no debería crecerle.

Eso me encontré una buena mañana entre mis teclas. Y en la región perisilviana izquierda se inventan mil maneras de tapar una verdad, porque la gracia de la Verdad está en compartirla, y más si cualquier sinapsis apostaría su neurona madre (y neurona madre no hay más que una, perdónenme) a que sólo una persona sería capaz de entenderla, transmitirla y (lo que es peor) transmutarla en meadas en cada esquina. A riesgo de afasias "(h)amigas" Se han dado casos. Como el silencio impertérrito, eterno y anabolizante que embarruza más que tapa, aunque se empecine en el noble arte de creer que en realidad limpia, fija y da esplendor. A veces ocurre. Pero cada vez menos. Porque ya era sabido por los sofistas que por un lado va la Realidad y por otra la Verdad, que se ve que lo simple es complicado de aceptar, provoca diarreas y es incómodo. ¡queme su oso amoroso! Pero la Verdad es certera como las bofetadas. Y ya he hablado todo lo que tenía que decir en este año que empieza recién. Que hablen ya otros por mí, como viene siendo habitual, parece que todo el mundo sabe lo que hay en mi cabeza, lo que encierra mi almohada y no voy a ser yo la que los saque de su engaño. Ni Mallarmé ni Plinio el Joven. "Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz" ¿existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? Sí. Que alguien se apiade del bello futuro que nos espera... A la próxima palmadita en la espalda caeré de bruces. "qué felices seremos los dos" ahora que "el futuro no es de nadie"

Y por Martas que no sea.