19 en el Aleph de Borges

"Una copita del seudo coñac - ordenó - y te zampuzarás en el sótano. Ya sabes, el decúbito dorsal es indispensable. También lo son la oscuridad, la inmovilidad, cierta acomodación ocular. Te acuestas en el piso de la baldosas y fijas los ojos en el decimonono escalón de la pertinente escalera. Me voy, bajo la trampa y te quedas solo. Algún roedor te mete miedo ¡fácil empresa! A los pocos minutos ves el Aleph. ¡El microcosmo de alquimistas y cabalistas, nuestro concreto amigo proverbial, el multum in parvo!

Repantiga en el suelo ese corpachón y cuenta diecinueve escalones.

¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Cada cosa era infinitas cosas, porque yo claramente las veía desde todos los puntos del universo"


Artículo 19
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

* Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.



Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y la expansión denuncia la obra de sus manos.

Biblia, Libro 19 (Salmos), 19:1

lunes, 10 de noviembre de 2008

Smoke II (Día 4)

DÍA 4

Hoy me he montado en el autobús con la certeza de que Fujur había muerto (o lo había matado yo).


Me pasa a veces que amanezco tan apegado a la realidad que olvido todas las historias que inventé o leí. Como si jamás hubiera tenido en mis manos un solo libro de ciencia ficción o terror, como si todas las películas que he devorado hubieran caído en saco roto, como si todos esos momentos en los que me quedo mirando al infinito y me imagino historias alternativas a las que suceden a mi alrededor quedaran en simples ataques de estupor, vacíos de cualquier contenido.

Ese efecto hoy se ha visto potenciado por la acumulación de lecturas sobre metodología dentro de la psicología. Pilas y pilas de folios escritos con letra abigarrada y diminuta se acumulan y pesan en mi memoria. Siendo así me levanto cuantitativo, con ganas de poner a prueba mi mente analítica.

Nada más llegar a la oficina y sentarme en mi sitio comienzo a desembalar al científico que llevo dentro. Así me dispongo a analizar la mañana en muestras significativas recogidas en periodos marcados por el azar del aburrimiento.

El resultado es el siguiente:

- Un coche amarillo, tres azules, de ellos uno azul ducados, un color que me parece especialmente bonito (joder, olvidaba que no caben valoraciones personales en mi mañana del conocimiento puro), nueve rojos y diecisiete blancos. En la categoría de colores sin nombre u otros se incluyen siete registros más.

- Cincuenta y una mujeres de edades variables (para mi que son todas la misma mujer que se disfraza para pasar frente al cristal). Setenta y ocho hombres de todas las edades (aunque algo más improbable ahora, sigo sospechando que pueda ser la misma mujer de antes con atuendos de hombre). Pero él no ha venido hoy a asomarse a mi acuario.

- Cinco perros grandes e indicios de otros dos de tamaño mediano o pequeño. Los indicios consistieron en ladridos y en una correa que se pierde bajo la línea que delimita la parte inferior de la cristalera.

- Dos policías que revolotean como abejas de parabrisa en parabrisa poniendo papelitos rosa y sonriendo a boca llena por la cosecha de rica, rica miel que se llevan a la colmena.

- El gorrilla en silla de ruedas pasa veinticuatro veces y orina sólo una en el árbol clavado estoicamente en el barrizal frente a la oficina.

Miro el reloj. Hora de ir a comer. No sé si lo que he visto será significativo de lo que ha sucedido esta mañana ahí fuera. Sí sé que hoy no he visto extraños hombres embozados, ni he transformado en fiera hambrienta de carne humana al farmacéutico de barba cerrada al que imagino con la espalda tan peluda que su mujer le pone rulos mientras que le cuenta sus vicisitudes diarias. No ha pasado ninguna mujer que emanara misterio frente a la cristalera, ni ha sucedido ningún hecho insólito.

Salgo de la oficina pensando en cuales eran las flores favoritas de Fujur para poder enviarle una bonita corona al tanatorio.

4 comentarios:

yosoyjoss dijo...

Es que, a quién se le ocurre, por qué crees que abandoné yo la Psicología... bueno... por muchas cosas, pero una de ellas es que no se puede ser tan espiritual y tan fantasioso como yo y conciliarlo con la Psicología, que trata de reducir la mente humana en un montón de datos probabilísticos (y lo consigue, que es lo peor), no se puede hombre, pero tranquilo, no se puede matar al dragón... precisamente porque una de las cualidades que convierten al dragón en dragón, es su susceptibilidad a ser matado, pero la imposibilidad de hacerlo con las manos del hombre (léase humano). Mientras seas humano, no podrás acabar con el dragón. Y decirme que Fújur ha muerto es como decirle a un niño yankee que Santa Claus ha muerto de infarto... no me digas esas cosas...

Argax dijo...

Pero hoy hay de nuevo esperanza, hoy me he levantado con otras sensaciones.

Como tu dices es imposible matar al dragón. Incluso en mis días más mecanicistas acaba primando la imaginación.

Ahora estoy descubriendo la psicología humanista, que no la enseñan por aquí y me está resultando apasionante ya que acude al componente sentimental, a todos esos condicionantes humanos que las orientaciones más implantadas no consideran como cruciales a la hora de explicar el comportamiento humano.

Así que tranquilo, que Fujur seguirá vivito y coleando muchos, muchos años.

Cuando me dan estos ataques me leo unos párrafos de "La Historia" o de "El Vino del Estío" y se me pasa to oiga.

Abrazos.

elfa dijo...

Hay días que verdaderamente terminan y sientes la necesidad de tirar de la cadena.
Ayer mi día fue parecido al que describes. Lo más entretenido fue entrar en una funeraria a hacer chistes jocosos con la chica que trabaja allí.
Pelearme con los funcionarios de hacienda ya deja de ser emocionante.
El día que veo a alguien interesante, es un verdadero motivo de celebración.
O quizás nos estamos volviendo demasiado exigentes?
Por cierto, en la funeraria no me dijeron nada de lo de Fujur, así que no jodáis.
Buenos días y besitos.

chá dijo...

Fujur no ha muerto , que estaba de parranda...


A ver, Yo quisiera que Argax citase algunos títulos de psicología humanista..que no sean muy pestiños que mis neuronas están de parranda con Fujur...

Por lo demás...sí cada vez es más dificil algun hecho....alguna persona..pero siempre los hay...soy yo o todo el mundo anda un poco aletargado????

Será Factor X, digo yo...