lunes, 17 de noviembre de 2008
Smoke II (Día 7)
Se me ha comido la lengua el gato. Costaba sacar las palabras. Costaba encontrar la veta de ingenio y buen humor.
En la calle la gente se tapaba la parte inferior de la cara con bufandas o con los cuellos levantados de sus abrigos. Escondían sus bocas.
Sigue sin venir, creo que ya no volveré a ver su estela manchada de blanco pasando veloz de un lado a otro del cristal. Hasta la ilusión del sexo me ha abandonado.
Silencio. Reflexiones fuera de lugar. Conclusiones precipitadas.
En la calle un quinceañero fuma encima de su moto con los ojos clavados en la cruz luminosa de la farmacia. Intento imaginar una historia plausible para justificar esa mirada. No puedo, estoy seco. Pienso en salir y colocarme con los brazos extendidos al lado del árbol ya pelado en el lodazal.
Decido no hacerlo, alguien ha grapado mi pantalón al asiento. Condenado a la inmovilidad dejo pasar estas horas elásticas.
Pienso en qué estarás viendo desde tu cristal, a través de tu lente. Bien pensado, ni siquiera sé si el lugar en el que pierdes tus horas dispone de una abertura al exterior. Conozco pocas cosas de ti. Quizás por eso quiera contarte todo lo que a mi se refiere.
En la calle la gente se tapaba la parte inferior de la cara con bufandas o con los cuellos levantados de sus abrigos. Escondían sus bocas.
Sigue sin venir, creo que ya no volveré a ver su estela manchada de blanco pasando veloz de un lado a otro del cristal. Hasta la ilusión del sexo me ha abandonado.
Silencio. Reflexiones fuera de lugar. Conclusiones precipitadas.
En la calle un quinceañero fuma encima de su moto con los ojos clavados en la cruz luminosa de la farmacia. Intento imaginar una historia plausible para justificar esa mirada. No puedo, estoy seco. Pienso en salir y colocarme con los brazos extendidos al lado del árbol ya pelado en el lodazal.
Decido no hacerlo, alguien ha grapado mi pantalón al asiento. Condenado a la inmovilidad dejo pasar estas horas elásticas.
Pienso en qué estarás viendo desde tu cristal, a través de tu lente. Bien pensado, ni siquiera sé si el lugar en el que pierdes tus horas dispone de una abertura al exterior. Conozco pocas cosas de ti. Quizás por eso quiera contarte todo lo que a mi se refiere.
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