lunes, 8 de marzo de 2010
Látigo Mecánico según Joss
Una vez tuve un sueño aterrador. Nunca me había ocurrido antes, tener un sueño y percibir que han transcurridos horas, y despertar y darme cuenta que sólo han pasado minutos.
No recuerdo imágenes. Sólo largas corrientes, cascadas y sumideros de pensamientos. Eran recuerdos. Recuerdos que se iban, se marchaban para siempre de mí. Y luego la oscuridad. Un negro y frío abismo por el que derramarse. La sensación de caer despacio. Y después las voces, me advertían que algo había salido mal. Pero no había nada que yo pudiera hacer. Ya no soy dueño de mis recuerdos. No lo seré nunca más. Y ahora, ya no sabré más lo que es ahora, ni lo que fue, ni lo que será.
Ya no soy más yo. Ahora soy una cáscara vacía. Moldeable. Pirateable.
Las voces han decidido llenarme de nuevo. Un nuevo torrente de recuerdos. Y en la primera hondonada de estos, el terror se instala y lo inunda todo. El terror de ser. Cada recuerdo que llega a mí, me hace yo. Pero conmigo nace la duda, la duda de no saber si yo soy mi recuerdo, o el recuerdo que me hace, nunca debió ser yo. La duda aterra, con el recuerdo nace el terror de recordar lo que se ha perdido, y no saber si lo que se añora es lo que se recuerda o lo que se ha perdido de verdad.
Ahora recuerdo una casa. Y creo que esa casa que recuerdo no es mi casa, y es mi casa una que no recuerdo. Igual me pasa con la familia, con mi infancia y con mi aspecto. Todo es ahora distinto, o quizás siempre fue así.
Luego despertar. Confusión. Mirar al reloj y sorprenderse de que son sólo las 23:10. Mirar alrededor y descubrir que tu mundo sigue igual. Pero entonces un torrente de terror y duda se inunda y lo impregna todo. ¿Soy yo? Y piensas, que es posible que alguien te haya hecho algo tan cruel, y tan terrible, que no puedes siquiera defenderte. Alguien que ni siquiera puede ser pronunciado, porque el mero hecho de hacerlo implica un horror tan inmenso que llevaría tu mundo a la locura.
No recuerdo imágenes. Sólo largas corrientes, cascadas y sumideros de pensamientos. Eran recuerdos. Recuerdos que se iban, se marchaban para siempre de mí. Y luego la oscuridad. Un negro y frío abismo por el que derramarse. La sensación de caer despacio. Y después las voces, me advertían que algo había salido mal. Pero no había nada que yo pudiera hacer. Ya no soy dueño de mis recuerdos. No lo seré nunca más. Y ahora, ya no sabré más lo que es ahora, ni lo que fue, ni lo que será.
Ya no soy más yo. Ahora soy una cáscara vacía. Moldeable. Pirateable.
Las voces han decidido llenarme de nuevo. Un nuevo torrente de recuerdos. Y en la primera hondonada de estos, el terror se instala y lo inunda todo. El terror de ser. Cada recuerdo que llega a mí, me hace yo. Pero conmigo nace la duda, la duda de no saber si yo soy mi recuerdo, o el recuerdo que me hace, nunca debió ser yo. La duda aterra, con el recuerdo nace el terror de recordar lo que se ha perdido, y no saber si lo que se añora es lo que se recuerda o lo que se ha perdido de verdad.
Ahora recuerdo una casa. Y creo que esa casa que recuerdo no es mi casa, y es mi casa una que no recuerdo. Igual me pasa con la familia, con mi infancia y con mi aspecto. Todo es ahora distinto, o quizás siempre fue así.
Luego despertar. Confusión. Mirar al reloj y sorprenderse de que son sólo las 23:10. Mirar alrededor y descubrir que tu mundo sigue igual. Pero entonces un torrente de terror y duda se inunda y lo impregna todo. ¿Soy yo? Y piensas, que es posible que alguien te haya hecho algo tan cruel, y tan terrible, que no puedes siquiera defenderte. Alguien que ni siquiera puede ser pronunciado, porque el mero hecho de hacerlo implica un horror tan inmenso que llevaría tu mundo a la locura.
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2 comentarios:
Hoy soñé con mi familia y con México. Fue raro medio despertar y medio seguir dormido y sentir como si estuvieran en la habitación de al lado.
Me gusta MUCHO y todo, como del cerdo. Pero como del cerdo, lo del todo es mentira: no me gustan pezuñas, morro o callos; no me gusta el final.
En el final parece que te hubieras cansado de trabajar y hubieras recurrido a tus recuerdos (precisamente) de Borges y Lovecraft: antes has evitado recurrir a lo hiperbólico, pero en el final te rindes y lo haces.
Pero no quiero yo acabar con lo que no me gusta, sino con lo que tanto me gusta: todo el cuento suena a tu método de pensar: angustiosamente minucioso, sin un resquicio; es fantástico y verídico. Un 9'75 ;-DD
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