¿Has pensado en lo que debe ser probar la miel para otra persona linda? ¿Para mí? ¿Será tan diferente de lo qué es para ti? ¿Para alguien que no conoces? ¿O qué sabor deja para los labios que abandonaste y el corazón que rompiste hace un tiempo? ¿El mismo para quién todavía te extraña o para quién no puede evitar un dejo de amargura cada vez que oye tu nombre? ¿Cómo será la miel de aquella desconocida que fuma absorta en sus pensamientos? ¿Y la del hombre que camina diario por un amanecer ya sin contemplarlo?
¿Sabes que cada vez que te acercas linda, me sacude el misterio de no saber si en realidad nos estamos saboreando uno al otro? Por el momento y para siempre linda no me importa. Podría morir de incertidumbre antes de desperdiciar este momento. Déjame probarte, libar tu belleza como el músico o el artista que prueba por un instante lo sublime. Y entonces decir hasta luego.
5 comentarios:
Somos una bola de despechados.
Sólo una cosa, Eduardo: cuando un hombre no contempla el amanecer es porque él mismo es parte de él; él mismo es paisaje.
Los que contemplamos los amameceres somos los ajenos, los turistas. Y tenemos la chulería de creer que entendemos en 10 minutos ese paisaje mejor que quien vive dentro.
Quien anda cada día el mismo camino sabe mejor que nadie sus cambios mínimos y cotidianos, aunque no sea consciente de ello.
Ya sé que no es más que una imagen que has usado, pero me ha llamado la atención.... Leer más
Un saludo.
Lo de leer más sobra, perdona. Es un error del copy & paste...
Es curioso lo caros que se pueden llegar a pagar los besos románticos. En muchos términos y situaciones, porque se hace ilícito lo que se tiene por sublime.
Pero no es el beso, intercambio de gérmenes, es la persona lo que nos puede conmover tanto.
¿Por qué dices eso Francisco?
Cuanto más lo leo más me gusta, Eduardo.
Se ve que hice una primera pasada ciega.
Publicar un comentario