jueves, 2 de abril de 2009
La insoportable levedad de lo que fue (II)
Hubo un tiempo en el que todos los muros de todas las casas, todos los ventanales de los coches y los transportes públicos, todo el asfalto y el pavimento de las aceras, todas las manos que ante mi se agitaban en cada conversación y los ojos que parpadeaban mientras intentaba ensartarlos como dos olivas con mi mirada ávida; un tiempo en el que en todos lados descubría poesía.
Ahora me retraigo, me escondo detrás de mis obligaciones, detrás de los contenedores de basura con las orejas agachadas y observo. Apenas puedo confiar en mis versos y me avergüenzan aquellos que escribí cuando no sabía lo que suponía hacerlo, cuando creía que esto era un juego.
Hoy tengo que gestar los poemas y desgarrarme la realidad para poder traerlos a este mundo. Hoy respeto la poesía.
Ahora me retraigo, me escondo detrás de mis obligaciones, detrás de los contenedores de basura con las orejas agachadas y observo. Apenas puedo confiar en mis versos y me avergüenzan aquellos que escribí cuando no sabía lo que suponía hacerlo, cuando creía que esto era un juego.
Hoy tengo que gestar los poemas y desgarrarme la realidad para poder traerlos a este mundo. Hoy respeto la poesía.
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2 comentarios:
muy bueno Jacobino....muy bueno...pensaré en ti hoy más de la cuenta
Piensa, piensa en mi que así me haces real, que yo estoy hoy en uno de esos días en que no me llego a mis propias cannes, vamos que si me pruebo una corbata delante de un espejo sólo se vería la corbata.
Y no voy a empezar las crónicas del hombre sin ego que aburren y además es viernes y el ego ya sabemos que está en el fondo de las copas.
Un beso.
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