
Son las 9 de la mañana del 3 de Febrero de 2009. Hace unas horas, por fin, recordé El Ovillo, que mi mente se había encargado de borrar, después de llorar el suficiente tiempo como para quedarme sin lágrimas.
"Una copita del seudo coñac - ordenó - y te zampuzarás en el sótano. Ya sabes, el decúbito dorsal es indispensable. También lo son la oscuridad, la inmovilidad, cierta acomodación ocular. Te acuestas en el piso de la baldosas y fijas los ojos en el decimonono escalón de la pertinente escalera. Me voy, bajo la trampa y te quedas solo. Algún roedor te mete miedo ¡fácil empresa! A los pocos minutos ves el Aleph. ¡El microcosmo de alquimistas y cabalistas, nuestro concreto amigo proverbial, el multum in parvo!
Repantiga en el suelo ese corpachón y cuenta diecinueve escalones.
¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Cada cosa era infinitas cosas, porque yo claramente las veía desde todos los puntos del universo"
* Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y la expansión denuncia la obra de sus manos.
2 comentarios:
Nada, yo sé que de este brotecito vas a salir rejuvenecida, más fuerte y más sabia. Y quién sabe, a lo mejor hasta llegas a 20.
Y además no te lamentes por perder un sentido que no ha existido nunca.
A ti lo que te pasa es que te jode que quiera más a Joss que a ti. Anda que no.
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