sábado, 10 de enero de 2009
Smoke II (Día 11)
Abro los ojos y tomo conciencia de donde me encuentro. Lo que ya no tengo tan claro es donde he estado. Es como si se hubiera derrumbado el tiempo y yo hubiera caído con él. Como si me hubiera quedado dormido con la estufa puesta y me hubiera levantado sobresaltado al oler a chamusquina.
Este sitio no huele a quemado, huele a desinfectante barato. El auricular del teléfono huele a aliento condensado, a palabras mutiladas, a gritos contenidos. He despertado aquí, donde sino. Palpo la pared y ahí está la grieta, parece que no ha crecido mucho desde el momento en que mi conciencia se nubló. ¿Qué día es hoy? ¿Cuántos días han pasado desde que la grieta crujió? Miro el calendario, nueve de enero, viernes, hora: las nueve menos veinte, es tarde para que la pecera aun continúe ahí, ¿Qué hago aquí metido a estas horas?
Los estores echados, las verjas echadas, no se puede ver la calle. Un fogonazo de miedo y furia me sacude. ¡Me han dejado encerrado, las muy cabronas me han dejado encerrado! Enseguida me calmo cuando veo en la mesa del fondo a C. hablando por teléfono.
—Sí, ya nos queda muy poco, en quince minutos estoy fuera.
¿Dónde he estado? Mira que hay sitios para despertar de un coma, pues yo tuve que venir a hacerlo en mi odiada pecera.
Levanto la vista, me paso las manos por la cara y me quedo mirando las palmas. Tengo una sensación de vacío, de pérdida.
Vuelvo a palpar la grieta. No, no ha crecido. Nada importante ha pasado. Sólo soy un poco más viejo. Sólo ha sido una fuga de conciencia.
—¿Te pasa algo? Tienes mala cara, con lo alegre que venías esta mañana —Me dice I,
ignorando cuanta verdad encierra su apreciación.
C se levanta de la silla y va al baño. Nos vamos, por fin nos vamos. Esta noche me acostaré contento de haber regresado, atemorizado porque no sé que fue lo que me hizo huir.
Este sitio no huele a quemado, huele a desinfectante barato. El auricular del teléfono huele a aliento condensado, a palabras mutiladas, a gritos contenidos. He despertado aquí, donde sino. Palpo la pared y ahí está la grieta, parece que no ha crecido mucho desde el momento en que mi conciencia se nubló. ¿Qué día es hoy? ¿Cuántos días han pasado desde que la grieta crujió? Miro el calendario, nueve de enero, viernes, hora: las nueve menos veinte, es tarde para que la pecera aun continúe ahí, ¿Qué hago aquí metido a estas horas?
Los estores echados, las verjas echadas, no se puede ver la calle. Un fogonazo de miedo y furia me sacude. ¡Me han dejado encerrado, las muy cabronas me han dejado encerrado! Enseguida me calmo cuando veo en la mesa del fondo a C. hablando por teléfono.
—Sí, ya nos queda muy poco, en quince minutos estoy fuera.
¿Dónde he estado? Mira que hay sitios para despertar de un coma, pues yo tuve que venir a hacerlo en mi odiada pecera.
Levanto la vista, me paso las manos por la cara y me quedo mirando las palmas. Tengo una sensación de vacío, de pérdida.
Vuelvo a palpar la grieta. No, no ha crecido. Nada importante ha pasado. Sólo soy un poco más viejo. Sólo ha sido una fuga de conciencia.
—¿Te pasa algo? Tienes mala cara, con lo alegre que venías esta mañana —Me dice I,
ignorando cuanta verdad encierra su apreciación.
C se levanta de la silla y va al baño. Nos vamos, por fin nos vamos. Esta noche me acostaré contento de haber regresado, atemorizado porque no sé que fue lo que me hizo huir.
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8 comentarios:
Qué flipante, es que no tengo palabras, simplemente lo flipo... dentro de un rato vuelvo e intento decir algo inteligente, pero me encanta la metáfora utilizada, y encima me toca la fibra por estos días que he pasado... debe ser la luna ¿sabes? está enorme y redonda como un queso, dicen que la luna nos sumerge en un enorme espejismo... pero a lo mejor nos despierta de un enorme espejismo, es imposible poder distinguirlo...
Ahora saldré y miraré la luna, ese ombligo, esa puerta hacia la realidad que imaginamos y que se nos desmorona cada día como un castillo de naipes. Me gusta más la versión de que la luna nos despierta, nos hace tomar conciencia de que no vivimos sobre suelo firme.
Me alegro que te guste, la verdad es que el cuerpo me pedía retomar la historia a la que intuyo que ya no le queda mucho pero que se merecía ser rescatada.
Abrazos.
Pues tengo que decirte, que a mi tambien me ha gustado mucho. Y quizas un poco como dice Joss, porque llevo una racha...que yo tambien me pregunto, la hora, el dia, y sigo en la maldita pecera.
Muy bueno. Saludos!
no saber lo que te hace huir creo q es una de las cosas que peor se lleva...
besitos, grande siempre
A mí me pasa igual pero con la diferencia de que sé por qué huyo, pero no sé por qué vuelvo.
Echábamos de menos tus smoke, espero que haya más.
Besos!
Sí, es lo que dice la Elfis (toooooesquiso nene!) mas bien eso....
besitos a todos
Ayrim, no sé tu, pero yo es que no creo que haya conseguido salir de esa pecera desde que empecé a ser adulto. Excepto saltos puntuales fuera del agua para poder respirar aire puro el resto del tiempo lo paso atrapado. Vamos que estoy un poco hasta el moño.
Chá, la verdad es que da un poco de miedito pensar en que puedes entrar en crísis sin poder preveerlo. Pero, sabes, hay veces que deseo esa cruzada de cables, al menos así me siento vivo.
Elfilla, pues viene a ser lo mismo. Los dos acabamos en el mismo punto en el que estábamos. Algo habremos avanzado no obstante, algunos destellos de lucidez habremos tenido, no siempre vamos a movernos arrastrados de un sitio para otro, digo yo que algo tendremos que decir ante la inercia.
Ya quedan poquitos smoke, pero ya vendrá algo después.
Besos.
Yo creo que al final estamos condenadamente condenados a no salir, aunque yo aun preparo una huida efectiva jeje, por ahora, solo podemos hacer mas que expresarlo.
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